Por Julio Cesar Barragán:
Si bien cada persona tiene derecho a manifestarse, debemos cuestionar ciertos métodos que afectan a terceros. ¿Por qué recurrir al cierre de vialidades, afectando a trabajadores, enfermos y ciudadanos que solo intentan cumplir con sus responsabilidades? La falta de regulación en las manifestaciones ha llevado a situaciones donde las demandas, aunque legítimas, se convierten en un obstáculo para la vida cotidiana.
La sugerencia es legislar estas acciones, no para reprimir, sino para encauzar el derecho a la protesta de manera efectiva y sin perjudicar a otros. Es fundamental encontrar un equilibrio entre la expresión de inquietudes ciudadanas y el respeto al derecho de todos a la libre movilidad.
En tiempos recientes, manifestarse se ha convertido casi en una moda, con marchas que a veces no justifican la gravedad de cerrar vialidades. En ocasiones, problemas mínimos, incluso familiares, terminan afectando a miles de personas. Estos problemas, que son de índole privada, no deben cargarse a la comunidad mediante el bloqueo de calles o avenidas. No tenemos por qué pagar los terceros por conflictos que deberían resolverse en casa. A veces, son problemas familiares o municipales que, aunque válidos, deben agotarse primero por la vía legal y correcta. No se trata de manifestarse al primer momento, sino de presentar las peticiones de forma ordenada y luego, si es necesario, considerar otras vías. Además, las autoridades deberían dar trámite a las exigencias de la gente.
Todos tenemos sin duda el derecho a manifestarnos, pero es importante hacerlo en los lugares donde reside la autoridad competente para resolver las problemáticas. ¿Qué opinas tú? ¿Son las marchas la mejor solución o necesitamos replantear cómo alzar la voz?
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