Leopoldo Mendívil López / Autor de Secreto Biblia, Secreto Vaticano, Secreto Maximiliano y Secreto Pemex
- ** El sueño de Montesquieu y Kant: separación de poderes – la libertad
- ** Cuando uno de los tres poderes se “come” a los otros dos – la “Gleichschaltung”
- ** Las acusaciones contra Netanyahu, la posible cárcel y cómo mejor inició una guerra
- ** El 75% del electorado israelí votó por otros partidos, no por “Bibi”
La respuesta corta es “Suprema Corte”. En eso se parecen AMLO y Netanyahu. Los dos mandatarios están en conflicto contra el Poder Judicial en sus respectivos países – por razones distintas que se analizarán a continuación-. Son dos historias paralelas y casi simultáneas; pero en el caso de Israel, esta guerra entre los poderes ejecutivo y judicial ya llegó demasiado lejos:
En opinión de algunos, la actual guerra en Gaza está funcionándole de maravilla a Netanyahu –queriéndolo él o sin quererlo- para distraer a su país –y al mundo- de la verdadera catástrofe que estaba viviendo: las protestas masivas contra él por parte de millares de israelitas por su intento de reformar el poder judicial y –a decir de muchos- “convertir a Israel en una dictadura”.
Antes de describir por qué ocurrió en Israel una protesta tan generalizada e “incontrolable” contra Netanyahu -costando incluso el puesto al ministro de defensa Gallant por oponerse a la reforma de Netanyahu, y el honor al Primer Ministro al verse obligado a reinstalarlo-, veamos en qué se parecen los dos proyectos de reforma: el de Israel y el de México. ¿Siquiera se parecen?
En México el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) propuso al Congreso una iniciativa que en resumen busca que los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) sean elegidos por el pueblo –magistrados y jueces del Poder Judicial-, “Para que el pueblo elija a los ministros como lo establecía la constitución liberal de 1857, la época del presidente Juárez, que los ministros los elegía el pueblo”.
El argumento del presidente mexicano es que el sistema de impartición de justicia en el país no funciona del todo: “donde sigue habiendo notoriamente más impunidad, protección, es en el caso del Poder Judicial para liberar a personas que cometen delitos y que al final resultan inocentes y los liberan porque se integró mal la averiguación o por cualquier excusa”.
Aunque esto último es indudablemente cierto y real –habría que ver en dónde reside la falla, si en el Poder Judicial mismo, o en el Poder Ejecutivo, pues ¿de quién depende el Ministerio Público?–; el hecho es que la “rasposidad” entre AMLO y el Poder Judicial mexicano ya tiene rato.
Desde 2018 cuando inició su gobierno más de 600 jueces se ampararon contra los recortes de sueldos que AMLO les impuso. En marzo de 2021 los jueces Juan Pablo Gómez Fierro y Rodrigo de la Peza ordenaron suspender provisionalmente el decreto de Reforma Eléctrica -uno de los proyectos favoritos del Presidente, que ponía en jaque a los privados que produjeran o intentaran producir electricidad solar-. Ante esto, AMLO negó con su cabeza: “Apenas se está publicando la reforma y ahí va el amparo […]. Pues nosotros vamos a acudir a la Suprema Corte y queremos que la Judicatura del Poder Judicial haga una revisión del proceder de estos jueces, porque sería el colmo que el Poder Judicial del país estuviese al servicio de particulares”.
En noviembre de 2021 el presidente “blindó” los proyectos clave de su gobierno – la refinería de Dos Bocas, el Tren Maya y el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles, que serían las “insignias” e la “4T”- con un acuerdo que los categorizaría como “de interés público y seguridad nacional así como prioritarios y estratégicos para el desarrollo nacional” –o sea “intumbables”.
Pero el Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI) interpuso una “controversia constitucional” para tumbar dicho “blindaje”. Para el 19 de mayo de 2023, ocho de los 11 ministros de la Suprema Corte -Luis María Aguilar Morales, Juan Luis González Alcántara, Javier Laynez Potisek, Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena, Jorge Pardo, Alberto Pérez Dayán, Norma Piña, y Margarita Ríos Farjat- respaldaron al INAI y tumbaron el “Blindaje 4-T.” (Sólo abogaron por él Yasmín Esquivel, Loretta Ortiz Ahlf y Arturo Zaldívar.) (C21 2023-05-19).
El lunes 16 de mayo de 2022 el juez Adrián Fernando Novelo Pérez ordenó la suspensión definitiva de la construcción del tramo 5 sur del Tren Maya (Tulum – Playa del Carmen), como resultado de la queja por parte de buzos exploradores de cavernas acuáticas que reclamaban por daños al ambiente –entre ellos José Urbina-, apoyados la organización “Defendiendo el Derecho a un Medio Ambiente Sano” (amparo 884/2022 ECO 2022-06-15).
En abril de 2022 AMLO propuso su Reforma Electoral –que consistía en renombrar al INE como “INEC”, reducir los diputados de 500 a 300, los senadores de 128 a 96, cambiar 18 artículos de la Constitución y “ahorrar 20,000 millones” de pesos. Pero la iniciativa se atoró. El 6 de diciembre los 269 votos a favor no alcanzaron en el Congreso. AMLO respondió con un “Plan B”, pero la Suprema Corte de Justicia comenzó a procesar siete acciones de inconstitucionalidad recibidas por el ministro Alberto Pérez Dayán y 161 controversias constitucionales. El 8 de mayo de 2023 la SCJN declaró inconstitucional la parte uno del “Plan B” -9 de los 11 ministros.
¿Qué es lo que hace un mandatario o “poder ejecutivo” cuando otro de los poderes lo está “frenando en todo”?
AMLO se enfocó en la SCJN misma. El 9 de mayo de 2023 anunció que propondría modificar al Poder Judicial: a la SCJN: “No tiene remedio el Poder Judicial, está podrido, están actuando de manera facciosa. Imagínense, componerle la plana al Poder Legislativo. […] Es de sentido común, de juicio práctico, al Poder Ejecutivo lo elige el pueblo, a mí me eligieron; al Poder Legislativo lo mismo, se elige a los diputados, se elige a los senadores; el Poder Ejecutivo y el Poder Legislativo nombran a los ministros de la Corte y esos señores, que ahora forman parte del supremo poder conservador, que están dedicados a obstaculizar la transformación del país para sostener el viejo régimen, el antiguo régimen de corrupción y de privilegios, ellos deciden que una ley enviada, una iniciativa de ley enviada por el Ejecutivo, aprobada por la Cámara de Diputados y por la Cámara de Senadores no es válida porque los legisladores violaron los procedimientos internos que ellos, los legisladores, tienen aprobados de manera autónoma en forma independiente”.
El pasado viernes 27 de octubre de 2023 el Presidente publicó en el Diario Oficial de la Federación la desaparición de 13 fideicomisos del Poder Judicial cuyos 15 mil millones de pesos pasan ahora a la Tesorería de la Federación, para el Plan Nacional de Desarrollo, porque –dice AMLO-, “El presupuesto es dinero de todo el pueblo, no es dinero del Gobierno. […] Y si hablamos de justicia, tienen más derecho los más necesitados.” De paso, se agrega al artículo 224 de la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación el siguiente párrafo: “En el ámbito del Poder Judicial de la Federación, no podrán ser creados ni mantenerse en operación otros fondos o fideicomisos adicionales al mencionado anteriormente.” (FIN/2023/10/27).
Un golpe de 15 mil millones de pesos –que, según un documento de la bancada morenista, sólo parecen aprovechar para 25, 184 y 387 personas “beneficiarias”.
En México no hubo protestas como en Israel. En gran medida, porque la población sabe que existe un historial muy deprimente de impunidad en México, y que parte de ello es atribuíble al Poder Judicial –encargado de “hacer justicia”.
La “élite” protestó –los que el presidente mexicano llama “conservadores”-. Pero no hubo manifestaciones “masivas” de miles de personas como las que los israelitas hicieron en Tel Aviv y Haifa y Bersheba justo antes de la guerra con Gaza; con cientos de miles gritando contra Netanyahu -a la fecha van más de 700 arrestos y la caballería policial ha tenido que someter a los israelitas a punta de macanazos. En México ha habido protestas de trabajadores del Poder Judicial con pancartas que dicen “El P.J.F. no se toca”, vestidos de blanco, pero sin mayor impacto.
El paro de labores hizo a AMLO decir: “Nos ha tocado tiempos especiales. ¿Cuándo se había visto una rebelión del Poder Judicial en contra del Ejecutivo en la historia? Nunca, nunca. O sea, el Ejecutivo era el Poder de los Poderes. Los ministros, todos subordinarnos, toda la Corte. Solamente con el gobierno, sí, de la República Restaurada con Lerdo y con Juárez, 10 años, sí había oposición pero eran de otro tipo, no para defender privilegios. En la época de Juárez los ministros se oponían a ciertas decisiones del Ejecutivo, pero fueron 10 años nada más. Luego imagínense en el Porfiriato si se iban a oponer… nadie se oponía al Presidente hasta ahora, pero es una oposición para defender privilegios. […] Y eso de la huelga está bien o como diría el filósofo de mi pueblo, el profesor Carlitos `No está bien pero tampoco está mal.’” (Universal 20/10/2023).
Ahora veamos qué está pasando en Israel y la historia de Benjamín Netanyahu.
¿Por qué empezó la “guerra” de Benjamín Netanyahu contra el Poder Judicial en Israel? Hay que sumergirnos en el pasado. Israel no tuvo de golpe una constitución. Se ha ido construyendo por años, bloque a bloque, debido a la “decisión Harari”. Estos bloques se llaman “Leyes Básicas”, “Basic Laws”, חוקי היסוד, Ḥukey HaYesod. Una de ellas es de vital importancia hoy. Se aprobó en 1992 y es la “Ley Básica” o “Hukey HaYesod” de “Dignidad Humana y Libertad”. Es tan importante para los israelitas que su aprobación es hoy recordada como la “Revolución Constitucional” –así la llamó el entonces jefe de la Suprema Corte israelí, Aharon Barak, quien hoy, treinta años después se opone a Netanyahu y participa en las recientes manifestaciones, proclamandoo que “eliminar la inrazonabilidad’ –como lo desea Netanyahu- traería un “gran desastre” contra la democracia en Israel.
La ley israelí antes no contemplaba que el Poder Judicial pudiera paralizar o frenar iniciativas impulsadas por el Congreso –llamado Knesset-. Pero ahora, con la “Revolución Constitucional” de 1992, el Poder Judicial tenía la capacidad de detener proyectos del Congreso o “Knesset” si estos atentaban contra las “Leyes Básicas”, especialmente la de la “Dignidad Humana y la Libertad”.
Para ello, el Poder Judicial contaba desde 1992 con la potestad llamada “Revisión Judicial”, para parar al Ejecutivo o al Legislativo si incurrían en acciones de “Inrazonabilidad” contra la gente y contra la nación.
Por fin el pueblo israelita tenía tres poderes que se compensarían unos a otros –como en el sueño de Kant y Montesquieu del que hablaremos en unos instantes-. Esta contraposición mutua y sana de estos tres poderes iba a impedir que cualquiera de ellos se “apoderara del poder” y destruyera así a la libertad o se convirtiera en una “tiranía”.
Pero Benjamín Netanyahu sintió que el Poder Judicial –la “Suprema Corte” es llamada בֵּית הַמִּשְׁפָּט הָעֶלְיוֹן, Beit HaMishpat HaElyon “Casa de la Prueba de Dios”-, debía estar más sometido al Poder Ejecutivo. Para ello hizo que el Knesset –controlado hoy por él- aprobara la reforma que hoy causa el levantamiento nacional en protesta. Consiste en lo siguiente: de los nueve miembros del Comité de Selección Judicial que postulan a los jueces que componen el HaMishpat HaElyon, dos son hombres de Netanyahu –es decir, de su gabinete-; dos son diputados del Knesset; tres son jueces del propio HaMishpat HaElyin; y dos son abogados de la Barra Israelí de Abogados. Pues estos dos últimos son los que ahora el “Bibi” quiere nombrar también personalmente, por medio de su Ministro de Justicia, empleado de Netanyahu. Que se vaya al cuerno la Barra de Abogados.
Parece un cambio insignificante pero permitiría a Netanyahu tener ahora a cuatro de las nueve personas clave bajo su control en el ajedrez del Poder Judicial. Con ello, el Poder Judicial ya no podría frenar las decisiones impulsadas por Netanyahu, si él también controla ya al Knesset por medio de su partido Likud. Esto además de que, con su iniciativa, el Knesset ahora puede vetar las determinaciones de la Corte si son “desfavorables” para Netanyahu.
Un imperio. Una “Gleichschaltung”.
Esto es lo que provocó la rabia y la furia en los israelitas: a ellos les costó lograr su democracia; su libertad. Mujeres, hombres, jóvenes, viejos judíos. Miles salieron a las calles en múltiples ciudades, a protestar contra Netanyahu. Ochenta mil en Tel Aviv el enero de 2023. 195 mil en marzo, apiñados en la Avenida Ayalon. Setecientos arrestados. Once encarcelados. Sus pancartas decían “Crime Minister” y sus en cantos lloraban “Shame” (“Vergüenza”).
En Jerusalén, Beersheba y Beit Shemesh las mujeres se ponían máscaras de Netanyahu para protestar contra él. En la manifestación, la líder del Consejo Nacional de las Mujeres Judías, Sheila Katz, dijo: “¡Para que los tribunales sagrados protejan los derechos de todas las personas, deben permanecer independientes de los políticos!” El presidente del Colegio de Abogados de Israel, Avi Himi la refuorzó: “Quieren destruir la autoridad judicial. No hay país democrático sin autoridad judicial”.
Fue el propio Ministro de Justicia de Netanyahu, Yariv Levin –controlado por él-, quien propuso esta reforma que fue aprobada por un Knesset “tomado” por Bibi el día 24 de julio de 2023. El criterio de “inrazonabilidad” que tenía el Poder Judicial para detener “locuras” “anticonstitucionales”, se vino abajo. Uno de los tres poderes del Estado se derrumbó por la complicidad de los otros dos.
Bibi se presentó en la televisión diciendo que lo hizo por la democracia: “Hoy hemos realizado un acto democrático necesario, un acto que pretende restablecer cierto equilibrio entre los poderes del gobierno”; y lo apoyaron los partidos que él controla en Israel: Likud, Otzma Yehudit, United Torah Judaism y Shas. Pero se le opusieron de inmediato los israelitas que quieren la libertad, comenzando por el recién saliente Primer Ministro Yair Lapid, con su partido Yesh Atid “יֵשׁ עָתִיד”, “Hay Futuro”; y por los partidos aliados a él: Yisrael Beiteinu, el Laborista, el de Unidad Nacional, el Hadash-Ta’al y el Meretz.
El Ministro de la Defensa, Yoav Gallant, se opuso al Bibi. Le pidió poner en pausa su “reforma judicial”, y le dijo que la misma era una “clara, inmediata y tangible amenaza para la seguridad en Israel”. Netanyahu lo corrió. Correr a Gallant disparó aún más protestas, mucho más graves. El anuncio de despedirlo lo dio el 26 de marzo Ben-Gvir, ministro de Seguridad Nacional; y las protestas por Gallant fueron tan enormes que Bibi tuvo que “recontratarlo” el 10 de abril.
Pero el Consul General de Israel en Nueva York, Asaf Zamir, renunció de plano. Dijo que lo hacía por Gallant: “defender lo que es correcto y luchar por los valores democráticos en los que creo”.
Las universidades en Israel iniciaron una huelga general. Los manifestantes llegaron a la casa de Netanyahu, gritándole “!Dictadura, dictadura!”. Hasta el abogado de Netanyahu Boaz Ben Zur le llamó para decirle: “Señor, voy a renunciar si usted no detiene esta legislación”. El propio Presidente de Israel, Isaac Herzog –en teoría “superior” jerárquico de Bibi- le pidió el 27 de marzo que le parara a su iniciativa. Le dijo: “Por el bien de la unidad del pueblo de Israel, por el bien de la responsabilidad, les pido que detengan la legislación de inmediato. Me dirijo a todos los líderes de los partidos de la Knesset, la coalición y la oposición como uno, pongan ciudadanos de la nación por encima de todo, y se comporten con responsabilidad”.
Para octubre de 2023, la situación era ya incontrolable y Bibi estaba desesperado. Su plan no estaba funcionando. El país parecía fracturarse bajo sus pies, todo por su propuesta “acaparadora del poder”.
Netanyahu sabía que su puesto como Primer Ministro es endeble, pues la mayoría de los judíos en Israel no lo quieren, y sólo el 24% de los votantes israelitas sufragaron por él. El otro 76% votaron por otros partidos. ¡Lo que tiene en el poder a Bibi es que en Israel hay catorce partidos! El voto está totalmente dividido debido al “exceso de democracia”.
Pero entonces ocurrió un “milagro” para Bibi: una terrible tragedia.
El grupo terrorista Hamas hizo su ataque. De pronto todo Israel se unió en torno al Primer Ministro. Toda la conmoción por su reforma quedó –por lo pronto- en el pasado. Hasta el máximo rival de Bibi, Yair Lapid, hizo un llamado a cerrar filas por Israel –aunque dijo que “El Estado de Israel necesita estar dirigido por un profesional”, y de una vez candidateó al ex ministro de defensa –su amigo Benny Gantz.
La verdad es que Netanyahu tiene otros motivos para hacer lo que hace –incluso meterse nuevamente de Primer Ministro en 2022-. Está perseguido por la justicia en Israel: por cargos de fraude y corrupción con los medios de comunicación. De esto hablaremos en las siguientes entregas -los Casos 1000, 2000 y 4000, y la acusación formal por parte de mi casi tocayo el procurador Avichai Mandelblit. Tal vez Netanyahu se aferra al poder porque tiene un pié prácticamente en el “fresco-bote”.
De lo que sí hay que hablar ahora es de por qué la gente en Israel protestó tanto cuando uno de los tres poderes fue tocado. ¿Por qué salieron miles a protestar y a recibir macanazos y gases lacrimógenos? ¿Por qué defender al Poder Judicial es tan importante? ¿Por qué habría que arriesgar la vida por ello?
Tal vez recordaron con horror el pasado: cuando Adolfo Hitler hace noventa años comenzó el proceso que hoy se conoce como “Gleichschaltung”: la acumulación del poder. La concentración absoluta del poder, también llamada “Aufbau der Oberherrschaft – Construcción de la Supremacía o Dominación”. Pues Hitler empezó justo así. Primero anuló al congreso germano –el Reichstag- tras un ataque terrorista –el incendio del edificio del Reichstag-, que posteriormente se supo que fue un autogolpe –más detalles sobre esto pronto en mi próximo libro “Secreto Nazi”, hoy en fabricación.
Cuando Hitler se vio decepcionado porque el Tribunal Supremo Alemán, (el Reichsgericht), declaraba inocentes a los enemigos del Führer –para quienes él creó la “Prisión Preventiva” o “Custodia Protectiva” -Schutzhaft-, para mantenerlos presos aún sin juicio o sin sentencia, optó por lo simple: creó un tribunal juzgador paralelo controlado por él mismo y por los nazis: el “Volksgerichtshof” -Tribunal Popular. Una especie de “Inquisición”.
Pero tal vez los Israelíes se inquietaron por otra razón, aún más profunda.
Se trata del sueño de Kant y de Montesquieu.
¿Cuál es el “sueño de Kant y de Montesquieu”? La idea de separar el poder en tres partes fue para que se contrapesaran entre sí. Fue una de las mejores creaciones de la humanidad. Fue Immanuel Kant, el filósofo, uno de los primeros en plantearla. Dijo: con la “separación de poderes”, “el problema de la creación de un Estado puede ser resuelto incluso por una nación de demonios”.
La humanidad venía de una historia de reyes, dictadores y tiranos. Montesquieu dijo: “Si los poderes legislativo y ejecutivo son una sola institución, no habrá libertad. De todos modos no habrá libertad si el poder judicial no está separado de los poderes legislativo y ejecutivo. […] Los Estados democráticos y aristocráticos no son libres por naturaleza. […] La experiencia constante nos muestra que todo hombre dotado de poder tiende a abusar de él y a llevar su autoridad hasta donde sea posible” […] “Una vez más, no hay libertad si el poder judicial no está separado del legislativo y del ejecutivo.”
Su idea fue tan poderosa que la tomaron los hombres que crearon a los Estados Unidos, pues ellos prefirieron la idea de la libertad aún a costa de la muerte: “Give me liberty or give me death” –dijo el “padre fundador americano” Patrick Henry, gobernador de Virginia-. En palabras del propio primer presidente de los Estados Unidos, George Washington: “Cuando en la misma persona o en el mismo cuerpo de magistratura, la potestad legislativa y la potestad ejecutiva están reunidas, no puede haber libertad; porque se puede temer que el mismo monarca o senado pueda hacer leyes tiránicas, para ejecutarlas tiránicamente […] Todo estaría perdido, cuando el mismo hombre, o el mismo cuerpo, ya sea de los nobles o del pueblo, ejerza esos tres poderes”.
Otro de los creadores de los Estados Unidos, también muy inspirado por Montesquieu, Thomas Jefferson, escribió a su amigo John Adams en 1787 –ambos serían en su momento presidentes-: “El primer principio de un buen gobierno es ciertamente la distribución de sus poderes en ejecutivo, judicial y legislativo, y una subdivisión de este último en dos o tres poderes.” Y escribió a George Hammond en 1793: “La injerencia del Ejecutivo rara vez puede ser adecuada cuando la del Poder Judicial lo es”.
Su también amigo James Madison –también acabaría siendo presidente, el cuarto-, admirador de Montesquieu, escribió: “El gobierno debe establecerse de manera que ningún hombre tenga miedo de otro”, y postuló en The Federalist Paper No. 51: “la gran seguridad contra una concentración gradual de los diversos poderes en un mismo departamento consiste en dar a quienes administran cada departamento los medios constitucionales necesarios y los motivos personales para resistir las usurpaciones de los demás. […] tales dispositivos son necesarios para controlar los abusos del gobierno. Porque ¿qué es el gobierno en sí sino la mayor de todas las reflexiones sobre la naturaleza humana? Si los hombres fueran ángeles […], o si los ángeles gobernaran a los hombres, no serían necesarios controles externos ni internos sobre el gobierno. Al formular un gobierno que sea administrado por hombres sobre hombres, la gran dificultad radica en esto: […] obligarlo a controlarse. […] La experiencia ha enseñado a la humanidad la necesidad de precauciones [para que] cada individuo pueda ser un control y un centinela de los derechos públicos.”
Lo que está en juego, como vemos no es sólo la democracia. Es algo mucho más profundo: la libertad misma. La protección para que cada persona del pueblo no sea víctima de la acumulación desmedida del poder por parte de otra, quien sea. Porque la naturaleza humana es la ambición.
Pero, ¿de dónde sacó Montesquieu la idea de “separación de poderes”? El Barón de Montesquieu –nacido Charles Louis de Secondat, señor de la Brède- había nacido rico y en un castillo, pero vivió con familiares pobres. Cuando tenía sólo siete años, su madre -de ascendencia inglesa-, justo antes de morir le dijo: “está ocurriendo algo milagroso en Inglaterra: la ‘Revolución Gloriosa’.” Esa revolución fue algo realmente grandioso. Se quitó del poder a Jacobo II y subió en su lugar Guillermo de Orange, pero tuvo que firmar la Bill of Rights de 1689. Esa carta lo obligaba a consultar al Parlamento todas sus decisiones. Se prohibía que el rey, cualquiera que éste fuera de ahora en adelante, tomara decisiones sin consultar al Parlamento. Desde ahora existía la División de Poderes. Ya no habría más tiranía ni despotismos en la Isla de Albión en el futuro –Inglaterra.
Montesquieu vio que este era el camino hacia el futuro: para toda Europa, y para la humanidad. Este fue el sueño de Montesquieu, mismo que Netanyahu, en su ambición, está rompiendo. El sueño de la democracia.
En las próximas entregas hablaremos de los siguientes temas: los países donde el poder ejecutivo destruyó o “se comió” al Poder Judicial, y cuáles fueron las consecuencias –incluso países actuales, y sorprenderá a algunos que los mismos “gringos” lo han hecho o intentado, y muchas veces, ¡incluyendo al propio Jefferson! – Los procesos penales que pesan sobre Netanyahu – El “zoológico” de los partidos políticos en Israel, y por qué hay ¡quince partidos! – La esposa judía de Mahoma y cómo comenzó la tortuosa relación Islam-Israelí – ¿Los judíos azkhenazi –de los que tengo 0.5% genético- vienen realmente de Khazaria –actual Ucrania? – ¿Qué dicen los genes? – ¿De dónde salieron realmente los judíos – y los cananeos? – el origen prehistórico hoy comprobado por los genes. – ¿El faraón Akhenatón era judío? – ¿Quién tiene razón en la guerra Ucrania-Rusia, a quién pertenece “Ucrania”? – ¿De dónde salieron los ucranianos? – ¿Es verdad que Benjamín Netanyahu en realidad tiene genes ¡”arios”!? ¿Qué dicen sus cromosomas? – En México existe un verdadero problema de impunidad –según Impunidad Cero, el 94% de los crímenes en este país no se resuelven nunca… ¿Quién tiene realmente la culpa? ¿El Poder Ejecutivo, o el Judicial…? Se analizará en la próxima entrega…
Leopoldo Mendívil López
Autor de Secreto Maximiliano, Secreto Azteca, Secreto Vaticano, Secreto R (Rockefeller), Secreto 1910.