- El libro plasma anécdotas nunca contadas y documentos inéditos del “Centauro del Norte”
GR Medios: Martha Hernández Martínez & Marco Antonio Rodríguez
Villa, ¿héroe o villano?, o un simple ser humano que le toco tener errores aciertos, sufrimientos y alegrías, un evento poco conocido es que en 1914, recogió a 300 huérfanos que dormían en los alrededores del Zócalo y se los llevó en ferrocarril a Chihuahua; ordenó vestirlos y alimentarlos, además de mandarlos a la academia de artes y oficios; 90 por ciento de ellos se graduaron, Villa, construyó viviendas, escuelas y bibliotecas.
Parte de esto nos lo cuenta el nieto del “Centauro del Norte” Francisco Villa Betancourt autor del libro “El Villa que me contaron”, en la presentación que la obra literaria que se llevó a cabo en el Centro Cultural Bella Época – Fondo de Cultura Económica, apoyado por Adrián Casasola que también presenta 40 imágenes icónicas de Doroteo Arango Arámbula “Pancho Villa”.
“Son los relatos que me contó mi abuela Austreberta y personajes que estuvieron con él, como el general Raúl Madero, hermano del presidente Francisco I Madero; el general Nicolás Fernández, jefe de Los Dorados, así como Roberto Fierro Villalobos, y el sobrino del general Felipe Ángeles, Eduardo Ángeles, también conocí a su segunda esposa de mi abuelo Villa, Luz Corral, la cual también me contó anécdotas del general” relata Villa Betancourt.
En la presentación del libro “El Villa que me contaron” de la cual por cierto ya está la segunda edición pero agotada, así que si quiere adquirir la obra se tendrá que acudir a la librería y apuntarse en una lista de espera o por correo se les hará llegar un link para descargar el libro
“Se ha escrito mucho sobre Francisco Villa y varias cosas tienen muchas inconsistencias, pero lo que quiero hacer con este libro es platicar del hombre que me contaron esas personas que tuvieron un acercamiento con él; Villa tuvo muchos claroscuros, pero también hay que ver el contexto en el que se estaba, era un movimiento revolucionario”, refiere Villa Betancourt.
El Francisco Villa que yo describo, tomaba mucha agua, que tenía y tiene hasta la fecha, mucho óxido; eso provocó que los dientes se le pusieran, primero amarillos y después negros: tenía fluorosis. Por eso hay pocas fotos de él con la boca abierta; “Siempre digo que era guapo mientras no abriera la boca”.
El caballo Siete Leguas no existió ni tampoco fue el más querido del general, el caballo se llamaba Trota leguas y era yegua, y caminó siete leguas para salvar a Villa en algún momento. La autora Graciela Olmos lo modificó a Siete leguas para que rimara, pero no era el caballo que Villa más estimaba; ese se llamaba La muñeca, y era una yegua”.
Ya en su retiro padeció hipertensión, problemas de obesidad y hasta principios de diabetes por su manera de comer, fueron los problemas de salud que padeció el general Francisco Villa, ya le costaba trabajo subirse al caballo, tenía que subirse a una piedra o a un banco para poder subirse ya que llegó a pesar casi 108 kilos.
Mi abuela me contó le servía unos tazones grandotes de avena, y el general le echaba trocitos de bolillo; no contento con eso, le ponía casi medio tarro de cajeta y así todos los días.
Y anécdotas como esta son las que están plasmadas en el libro “El Villa que me contaron” de Francisco Villa Betancourt.