Cuenta una anécdota de que el león paseaba por la selva con su majestuosa cabellera, su imponente musculatura, su rugido grave, pero fuerte. A cada paso que daba hacía temblar a todos los animales de la selva.
Sin embargo, a pesar de tan impresionante desplante de poder, al león se le veía triste, amargado y siempre de malas.
Un día, se le acercó un changuito que se preocupaba por ver al león de semejante humor. El pequeño animalito le dijo:
-Oye león, admiro tu impresionante fuerza y vigor. Todos te tememos cuando pasas cerca de nosotros, sin embargo, no quisiéramos ser como tú, porque a pesar de tu dominio, te ves muy triste. –
El león al escuchar semejantes palabras, de momento sintió coraje, pero luego, al reflexionar al respecto, se dio cuenta de que el changuito tenía razón. Así que, el león se dijo a sí mismo: “He generado temor a mis compañeros de la selva. Todos me respetan, pero, más por temor que por admiración. Y sí, por dentro me siento triste, no disfruto de lo que la naturaleza me ha dado, de toda esta fuerza e impresionante belleza. ¡Cómo quisiera ser como ese changuito, que, a pesar de su enclenque cuerpecito, siempre se está riendo, haciendo bromas, jugando y siendo feliz!.
Luego, el león tornó a ver al changuito y le comentó:
-¡Tienes razón changuito, no disfruto para nada el ser el rey de la selva! A veces, quisiera dejarlo todo y ser, cualquier otro animalito. No tengo amigos. Solo me respetan porque me temen. Y, en verdad, ¡no soy feliz! Pero, quiero preguntarte algo: ¿Realmente existe la felicidad o es un invento? –
– ¡Claro que existe! ¡Mírame! ¡La mayor parte del tiempo estoy feliz! ¡Veme cómo río, cómo disfruto de la vida! ¡Todos los días al amanecer, doy gracias por un nuevo día!!! ¡Salgo después a buscar mi comida y treparme a los árboles! Todo eso lo disfruto.
-También, al ir caminando por la selva, saludo a todos los animalitos que me encuentro. ¡Hola, le digo a la cebra, a la jirafa, al elefante! A ti también te saludo, pero, nunca me contestas. –
-Es que, no quiero perder la compostura de ser el rey. –
-Ves- le contestó el changuito- por estar cuidando siempre tu altivez y pensando en cómo te ven los demás, te olvidas de ti y, sobre todo, de ser feliz. –
– ¡Y la felicidad, claro que existe! Búscala dentro de ti. Se agradecido. Admira la belleza de la selva. Da gracias por el nuevo amanecer. Y al meterse el sol, vuelve a dar gracias por haber vivido otro día más. –
– Tienes razón changuito, he desperdiciado tanto tiempo cultivando mi ego y mi imagen. Cuando me miro en el espejo, veo un imponente león, pero, a veces, me siento como un temeroso gatito”.
Moraleja:
La felicidad está en las cosas sencillas de la vida. A veces, pasamos mucho tiempo cultivando nuestro ego, cuando la virtud de la humildad, nos haría la vida tranquila, serena y con paz.
Busquemos la felicidad, para eso estamos aquí en este mundo.
A ver muchachos, hagan un ensayo sobre cómo alcanzar la felicidad –
No se necesita eso profe, póngame un 10 y verá que feliz soy -.
¡¡¡PLOP!!!
El autor es Salvador Echeagaray, director del Departamento de filosofía de la UAG.