Las papas fritas, también llamadas papas a la francesa (french fries), se han ganado por derecho propio su lugar en la gastronomía internacional. Platillos como la hamburguesa son inimaginables sin este delicioso complemento, que se caracteriza por su sabor salado y especiado, ligeramente crocante en el exterior y suave en el interior.
Presentadas tradicionalmente en forma de tiras, bastones o rodajas, las papas fritas se consumen desde hace siglos y aunque los historiadores no se han puesto de acuerdo respecto a su origen, coinciden en que no fue en Francia, como su nombre lo indica.
Se dice que en Namur, Bélgica, en el siglo XV, uno de los alimentos más comunes era el pescado frito, pero que durante el invierno el río se congelaba y no podían pescar, por lo que tenían que comer papas para sustituirlo.
Actualmente, el país sigue esperando una respuesta por parte de la Unesco para que reconozca este platillo como un legado de este país para el mundo. De hecho, en la ciudad de Brujas existe un museo en honor a la papa frita, conocido como Friet Museum, dedicado a difundir su historia.
Se cree que en Estados Unidos aumentó su consumo luego de que, durante la Primera Guerra Mundial, los soldados estadounidenses las probaron en Bélgica. Sin embargo, sea cual sea su origen, es un hecho que, sin papas fritas, la hamburguesa no sabe igual; es una de las parejas más famosas de la gastronomía.
Las mejores hamburguesas se tienen que acompañar de las mejores papas fritas. ¡Y JJ Burgers lo sabe! Sus papas fritas se cortan y preparan al momento para que conserven su frescura y todo su sabor. Su menú incluye las tradicionales papas con queso, pero también se pueden pedir con un mix de queso y tocino frito, así como con su condimento especial (queso americano, aderezo de la casa y cebolla caramelizada).